31.1.08

Mi súper héroe

Me alegró muchísimo la noticia, no solo porque el beneficiado es un queridísimo y admirado amigo con el que he pasado veladas estupendas vineando, viniando, karaokeando y filosofando sobre el arte, la vida y el amor, sino también -y sobre todo- porque es un excelente pintor y grabador: A Adrián Arguedas le fue otorgado ayer el premio nacional de pintura por su muestra “Súper héroes”, que es francamente de lo mejor que yo he visto en pintura en este país desde hace años. Esto es casi como un tricampeonato, porque es la tercera vez que Adrián obtiene un premio nacional (anteriormente lo había recibido una vez en grabado y otra en pintura por "las cualidades del blanco"), pero es un tricampeonato apabullante e inobjetable porque el pincel de Adrián es de una efervescencia creativa sin igual (lo que no quita que en este país haya una pléyade de magníficos pintores). Y que no se tome esto como que le estoy pasando la brocha gorda a Adrián, no, nada de eso, él sabe que no es así -y además con él no funcionaría-. Ese reconocimiento se lo merece ampliamente y me complace sinceramente que se lo otorguen. ¡Felicidades de todo corazón mi estimadísimo!

24.1.08

Ocurrencias bautismales

Anteayer, mientras me pudría lentamente en la inmovilidad del tránsito vehicular que hizo que durara una hora y veinte minutos para hacer el trayecto entre Guachipelín y Santo Domingo de Heredia (que normalmente recorro en 25 minutos), me puse a oír la radio y sintonicé por azar un programa llamado “De Oro y Grana”, en Radio Monumental. Es uno de esos programas donde los radioescuchas intervienen a través de llamadas telefónicas en directo. El tema en esa ocasión era el nombre para el nuevo estadio nacional, el cual se construirá próximamente gracias a una donación del gobierno de China (si es que nadie se roba o desvía el dinero para otra cosa).

Hubo un cartago que propuso que se llamara “Fello Meza”, por supuestamente ser el mejor futbolista que ha tenido este país, olvidando no solo que el estadio del cartaginés lleva ya ese nombre, sino que el título de mejor jugador se lo disputa el manudo Alejandro Morera. Otra persona propuso el nombre de Silvia Úrsula Poll –lo que sonaría más si en vez de un estadio se construyera una “Olympic Pool”; y una más sugería que se llamara “Estadio Chapuí”, por ser el apelativo del padre aquel que en 1783 donó los terrenos de la Sabana, lugar donde se ubicará el estadio (sobre el glorioso polvo del que ya existe). Este último proponente seguramente quería decir que como las masas enloquecen en los estadios, sería apropiado ese apellido que ya es utilizado para nuestro hospital psiquiátrico, pero esto vendría a triplicar las nomenclaturas porque el nombre completo de la Sabana es “Parque la Sabana Padre Chapuí”.

Un memorioso pedía que se bautizara al estadio como “Estadio Rafael Ángel Pérez”, en honor a aquel gran corredor de fondo, que por cierto una vez me entrenó en mis tiempos atléticos. A mí me hubiera gustado ese nombre por gratitud, pero al parecer a la audiencia le resultó indiferente, seguramente con razón porque en el fondo no es para tanto. Un radioescucha lanzó en vez un inspirado “Estadio Jardín de las Américas” y otro le respondía con un “Estadio la Paz de Centroamérica”. A partir de ahí no hubo más que un paso para que la siguiente propuesta fuera “Estadio Oscar Arias”, por supuestamente ser un gran presidente y premio Nobel que además gestionó el dinero ante los chinos. Esta originalidad fue secundada por otras personas y creo que fue la que cosechó mayor éxito. Pero al entrar en la siempre pantanosa política, no podía faltar quien propusiera que el estadio se llamara “Pepe Figueres” y seguramente por ahí a más de uno se le ocurrió también “Estadio Calderón”… pero no tata sino junior… Y ya para rematar: ¿Qué tal “Estadio Figuerillos”, o “Estadio G.W. Villalobos, o bien “Estadio Padre Minor”? Así, en pleno alarde de ocurrencias, alguien llamó para soltar su genial idea resumen: “Estadio Nacional Chaparritos de Oro”.

Al llegar a ese punto a mí se me evaporó el pudor y entonces decidí lanzar mi ayotada, pero finalmente no pude hacerlo porque se acabó el programa antes de que yo supiera a qué número debía llamar. En todo caso la consigno aquí para que perdure de algún modo en los laberínticos registros de la historia: Yo quería decir en directo para todos los costarricenses que se dejaran de varas, que no era a Arias a quien le debíamos el estadio, sino al subpagado y subyugado pueblo chino y que por eso le deberíamos poner, mínimo, “Estadio del pueblo Mao Zedong” o bien “Estadio Confuso”… digo… Confusio.

22.1.08

For free

Posiblemente porque se han dado cuenta de que finalmente les conviene, cada vez son más los artistas -músicos en particular- que ponen a disposición del público sus obras en internet libres de derechos. Hace poco tiempo el grupo Radiohead lo había hecho con su último disco, pero también artistas menos mediáticos experimentan con esa forma de "distribución". Es el caso de la violinista británica Tasmin Little, quien tiene una página donde se puede descargar gratuitamente un disco con interpretaciones de Bach, Petterson e Ysaÿe. Por cierto, de este último autor me encontré esta frase que me gustó mucho: "Nothing which wouldn't have for goal emotion, poesy, heart."... Tasmin Little lo aplica.

18.1.08

Breve historia de mi calva

Recuerdo que siendo yo niño, mi padre me llevaba a la Barbería Cricrí, a un costado de la plazoleta de la Soledad. A pesar del tiempo, aún tengo en mis narices el fuerte olor a colonia barata que impregnaba el ambiente. Recuerdo también que al bajarme de la silla de caballito de reluciente cuero rojo, el barbero -un señor ancho y bigotudo con lentes de pasta y vidrios en armonía con su contextura- sacaba de unas bomboneras panzonas un caramelo parecido al que prometía en la fachada la columna infinita que yo confundía con una melcocha tricolor y me lo regalaba. Pero no era en realidad un caramelo, sino la carnada de su anzuelo comercial que aseguraba que yo insistiría en volver a su negocio en cuanto necesitara un nuevo corte de pelo, el cual en ese entonces era una verdadera "mata", densa y muy negra, que crecía en cámara rápida.

Luego vinieron tiempos rebeldes, cabello largo al viento y pocas tijeras. Más tarde el pelo comenzó a protestar y a hacer huelga... de cabellos caídos. Los traté de retener atándolos en cola de caballo, pero nada que hacer. La maquinaria genética estaba lanzada y como el cabello largo por detrás y ralo por delante me parecía de mal gusto, empecé de nuevo a frecuentar barberías. Encontré entonces refugio en salones equipados con manos femeninas, en general más delicadas, porque no me gustaba que los bárbaros barberos me quisieran desnucar cuando me hacían girar la cabeza para atacar con sus tijeras un punto inaccesible de otro modo. En particular recuerdo a un barbero árabe en París que casi me tuerce el pescuezo como si fuese gallina. Por último, ya rendido a la inevitable calvicie, decidí que mi “look” hasta el final de mi vida sería el de un monje Zen. Así que una maquinilla eléctrica con graduación de 0 a 4 se volvió un artefacto indispensable en casa. Hoy es mi compañera Inés quien cada mes me hace el corte con la navajilla 0 o 1 (dependiendo de mi estado de ánimo... y del clima).

Al principio tuve que soportar algunas pifias de principiante, pero el tiempo, la práctica y mis quejas han ido dando a sus manos la destreza necesaria. Cosa que aprecié aún más cuando hoy, por primera vez en mi vida, quise cortarme el pelo yo solo, pero fue una catástrofe. Únicamente pude hacerlo bien en el hemisferio delantero de mi cabeza. En la parte trasera la maniobra se me hizo un lío e Inés tuvo que terminar el trabajo.

Tener el pelo tan corto me resulta muy cómodo y a tal punto me he acostumbrado a esa longitud, que ya ni imagino como podría ser de otro modo. Lo único malo en esta época bipolar de sol y frío es que debo andar con gorra porque, o me tuesto el coco o me lo congelo. Tal vez por ello es que con los años me he ido haciendo de una pequeña colección de gorras, boinas y sombreros diversos que algunos confunden con una inclinación "snobista" mía, pero que simplemente responde a mi necesidad de tener con qué cubrir mi calva. Entre las piezas que más venero en esa colección está la boina de lana negra que había traído mi abuelo de Francia en el único viaje que hizo a ese país allá por los años 30. Durante años la usó mi padre, que también era bastante calvo y al morir él, la boina pasó a mis manos... o mejor dicho... a mi cabeza.

16.1.08

The last image

El fotógrafo estadounidense John Moore fue probablemente el último en tomar una imagen de Benazir Bhutto con vida. Su impactante foto-reportaje para el New York Times (con traducción en español) es visible aquí.

10.1.08

Maestro

Lo vi el otro día en Cinemax y me encantó. Hoy me lo encontré en Youtube. Con ustedes... Maestro:

9.1.08

San José me mata

Quizás deba decirlo algún día: San José es la ciudad más anti-afrodisiaca que conozco. No encuentro en ella nada sexy, nada que sacuda las hormonas y despierte la libido con el vigor que lo hacen ciudades como París o Buenos Aires por ejemplo. La importancia del ambiente en la sexualidad es algo que no se puede pasar por alto y por ello estoy convencido de que hay ciudades que cumplen mejor su función erótica que otras.

Hay ciudades que ya sea por su atmósfera, por sus espacios o por las diversas actividades que se desarrollan en ellas, logran propiciar relaciones entre los cuerpos de sus habitantes que llegan a ser más inspiradoras que otras. En San José la gente vive encerrada, vive demasiado tensa y atemorizada por la inseguridad, hay pocos espacios suficientemente agradables como para que el ciudadano decida relajarse y abrir sus sentidos.

Es casi imposible, por ejemplo, que el flirteo se dé en sus aceras híper-contaminadas o en sus medios de transporte incómodos y hacinados. Si por casualidad uno llega a establecer una relación, no hay sitios adecuados para abonarla, casi no hay lugares bonitos donde caminar como pueden ser la vereda de un río o un parque con senderos, tan propicios para ir tomados de la mano y besarse. Hay muy pocos cafés donde uno pueda instalarse al aire libre a ejercer la placentera actividad que consiste en mirar a los otros y los que hay, o son muy caros o están en sitios aislados. El resultado en ambos casos es que la frecuentación y las posibilidades de establecer ligues se reducen. En consecuencia, lo único que aumenta es la triste cifra de la soledad.

Claro que como en todas partes del mundo sí hay discotecas, bailongos y otros sitios nocturnos que cumplen una función coadyuvante en el amor, pero para los que, por X razón, no nos gustan ese tipo de ambientes, las opciones se ven muy disminuidas. Quedan los Malls, pero su enorme carga comercial desvirtúa bastante esos espacios.

Aún para las personas con una pareja estable –como es mi caso- la función erótica de la ciudad es importante. Quedarse en la casa siempre resulta, a la larga, asfixiante y poder renovar sus energías en ambientes estimulantes se vuelve una necesidad imperiosa. Sin embargo, son tan pocas las opciones, que el desgaste de la vida amorosa se vuelve un fantasma cada vez más real.

En consecuencia, abogo por iniciar una campaña frente a los poderes públicos para convertir de algún modo, a esta triste ciudad, en una ciudad con sex appeal (mediante cirugía estética, implantes o lo que sea), porque San José le mata las ganas a cualquiera.

8.1.08

Egoístas compasivos

"A menudo suelo bromear diciendo que si lo que deseamos es ser egoístas es mejor serlo sábiamente que estúpidamente. La inteligencia puede ayudarnos a amoldar nuestra actitud al respecto. Si la utilizamos correctamente, podemos alcanzar el pleno conocimiento de cómo satisfacer nuestro interés personal llevando una vida compasiva. En este sentido podría argüirse que ser compasivo es, en última instancia, ser egoísta".

Dalai Lama, Las Cuatro Nobles Verdades

La paradoja de Galeano

Eduardo Galeano, en un artículo publicado en La Jornada de México, nos ofrece un avance de su nuevo libro llamado "Espejos" (que nos promete para muy pronto), donde se propone contar grandes paradojas de la historia de la humanidad.

El texto, como es habitual en Galeano, está lleno de datos inauditos y de agudas observaciones que son un deleite. Lo paradójico con este autor es que pretendiendo hablarnos de la historia global, finalmente solo nos pinta una parte. A mí me hubiera gustado que también hablara en su artículo de las grandes paradojas de diferentes culturas autóctonas y del comunismo por ejemplo (que sin duda las hay y muchas), o que así como nos ilustra sobre los grandes inventos de los chinos también nos dijera cómo se construyó la Gran Muralla y el costo humano que eso tuvo. A todas luces la historia de la humanidad ha sido una historia bastante sangrienta y a menudo ha habido episodios muy lamentables para donde quiera que se mire, sin distingos de ningún tipo. Por ello encuentro que aunque Galeano pretenda contarnos la historia humana desde el punto de vista de "los que no salen en la foto", su encuadre es parcial y en su foto siguen habiendo muchos olvidados.

En fin, a pesar de estas deficiencias de todos modos recomiendo su texto porque, al menos lo que cuenta, vale la pena conocerlo. Por lo demás, quedamos a la espera de que se publique su libro que tal vez abunde en otros aspectos de forma más equilibrada.

7.1.08

GOD-ART: Tout va bien




...Y casi todo sigue bien. Merci Monsieur Godard.

5.1.08

Suposición

Supongo que a veces hasta el ego tiene razón.

4.1.08

Los alisios y la mala pata

Si la ciudad tuviera cabellera, estos días andaría toda despeinada y enredada como después de una noche agitada. Y es que el efecto de las turbulencias causadas por los alisios no es deleznable: Árboles caídos, ramas desgarradas, jardines y cultivos convertidos en zona cero, latas de zinc levantadas como las enaguas de Marylin Monroe, cortes de electricidad en ráfaga, y una sensación térmica de frío acrecentada que nos hace buscar las cobijas y su contenido.

En casa la sombrilla de jardín, a pesar de estar cerrada y anclada a una base pesadísima, se volcó por efecto del vendaval y un cuadro macizo que estaba sobre una puerta se vino al suelo como una espada de Damocles. Por dicha no había nadie abajo, pero degolló la cerradura. Además, por las noches resulta difícil conciliar el sueño, porque aquí el viento en verdad aúlla.

Tal vez fue ese mismo viento indómito el que me empujó anteayer mientras jugaba una inocente “mejenga” de fútbol e hizo que se me doblara el tobillo. Mientras me derrumbaba como un castillo de naipes puede sentir... ¡Y hasta oír!... que mi rodilla izquierda hacía crac. Estuve un buen rato berreando en el piso del dolor y retorciéndome como una babosa malhablada a la que se le echa sal. Ya hace unos diez años me había pasado algo similar, justamente un primero de enero. Solo que esa vez la afectada fue mi rodilla derecha y no caí sobre el verde zacate tropical, sino sobre la acerada nieve normanda. En aquella ocasión terminé en el hospital y durante tres semanas no pude caminar sin muletas. Esta vez todo ocurrió un dos de enero, y los efectos de la lesión son mucho menos severos. De hecho puedo caminar aunque renqueando un poco. Sin embargo, mi madre, quien es fisioterapeuta, me aconsejó someterme a una terapia porque mi rodilla quedó muy frágil y en cualquier momento podría sufrir una nueva y más grave lesión.

Definitivamente empecé el año con el pie izquierdo... como corresponde al zurdo que soy. Lo único bueno es que como consecuencia de mi calvicie ya el viento no puede despeinarme, aunque sí volarme el chonete.

2.1.08

Los mejores

Ayer escuchando la radio oí la publicidad de cierta universidad privada que pulía los ventanales de su vitrina diciendo que sus servicios eran buenos porque ahí solo entraban “los mejores”.

Este es un caso más de cómo los medios de comunicación y los mensajes que a través de ellos circulan, nos tratan de vender… no, qué digo… de regalar la idea (de todas formas barata) de las bondades de la competencia, de las ventajas de estar entre “los mejores” y de lo magnífico que es ser catalogado de VIP.

Bueno, está bien, aceptemos que es así a pesar del evidente absurdo del mensaje publicitario. Solo que para mí el hecho de que una persona esté entre "los mejores" significará siempre que esa persona será de aquellas que se preocupan en toda circunstancia y primero por “los peores” o por los que están peor, que no es lo mismo pero que comparte sentido. Obviamente no creo que esta interpretación sea muy del gusto de la universidad, porque en vista de la egopatía que nos carcome como sociedad esa disposición no debe ser muy popular y por lo tanto nada comercial.