26.4.06

Inés

Que se me acuse de parcializado, de ser juez y parte o de dejar decidir al corazón y no a la razón. No me importa, porque sé que los que verdaderamente conocen a Inés Gutiérrez, mi compañera, coincidirán conmigo en lo siguiente: Si hubiera un Premio Nacional para las personas que se han dedicado a la promoción de los artistas plásticos costarricenses, ella lo merecería ampliamente. Con más de 25 años de ser promotora artística, Inés ha sabido ganarse el aprecio y la confianza de innumerables pintores, escultores y grabadores. Y lo ha hecho a la sombra, de la forma más discreta, sin querer poner una galería, sin ceder a las modas y sin pretender figurar de ningún modo en las pasarelas del mundillo del arte, prefiriendo más bien el trato personalizado y el rigor en la escogencia de artistas y obras. Inés jamás te vendería una creación que ella misma no estaría dispuesta a exhibir en su casa o de la cual no se haya enamorado de algún modo, y si le das la oportunidad va a la tuya y te aconseja, con gran tino, dónde colocarla para ponerla en valor al máximo.

En nuestro país verdaderamente no creo que otra persona pueda combinar como ella el talento comercial de vendedora de arte, el "ojo artístico", el buen gusto y las dotes para la decoración, sin por ello caer en la promoción de obras puramente decorativas, sino de aquellas que tienen alma y fuerza... Exactamente a su imagen y semejanza.

25.4.06

Malabarista

El día que lo vi hacer malabares con los tomates que vendía, dichosamente andaba con mi cámara. Así que detuve el carro, me bajé y le tomé esta foto. ¿Cuánta gente no hace todo tipo de piruetas y malabares en el mercado con tal de mantener su puesto de trabajo... De vender sus productos? A menudo son gestos y conductas inocuas, pero otras ponen en riesgo físico y mental (léase stress, agotamiento generalizado) y moral (corrupción) a sus acróbatas. Tengo la impresión de que la difícil situación económica mundial, la globalización, los tratados de libre comercio y la amenaza de nuevas guerras petroleras nos empujan a todos, cada vez con mayor fuerza, hacia la cuerda floja bajo la cual no hay ninguna red de seguridad.

En cuanto a mi malabarista, desconozco su nombre, pero aún a veces lo veo en el mismo sitio, junto a sus tomates.

24.4.06

Ser parte de la buena noticia

A su regreso a Costa Rica, en alas de una merecida gaviota de plata ganada en el Festival de Viña del Mar, el cantautor nacional Humberto Vargas declaró: “El mundo no está lleno de buenas noticias, ser parte de una de ellas me llena de felicidad”. Ojalá todos nuestros compatriotas tuvieran el empeño, la generosidad, la humildad, la ecuanimidad, el optimismo y la visión de Humberto (acompañado en su aventura musical por el talentosísimo Walter Flores). Pero lamentablemente muchos en este país siguen insistiendo, por ceguera, ignorancia, ambición o codicia en ser parte de las malas noticias. Algunos lo hacen desde las cimas del poder, otros desde los bajos fondos de nuestra sociedad. Entre ambos polos un abanico de posibilidades se abre. En los peores casos la mala noticia se forja con sangre y un profundo sufrimiento para muchos seres inocentes y hasta para sus mismos autores, pero usualmente no llega a tanto y más bien se resuelve en un difuso sentimiento de desilusión, desamparo y pesimismo para los ciudadanos en su conjunto. Sentimientos que poco a poco nos hacen perder la fe en el futuro, que nos vuelven cínicos y acrecientan nuestro egoísmo, llevándonos al aislamiento detrás de muros y de rejas físicas y espirituales. Algo que definitivamente está muy lejos del sentimiento de felicidad que expresó Humberto y que provocó en nosotros con su triunfo, lo cual le agradecemos.

De ahí la importancia de la buena noticia, de trabajar por producirla y hacerla circular siendo parte de ella, no para figurar en la primera plana de un periódico, ni en las pantallas de televisión, ni para darse importancia, sino para contrabalancear aquello que nos va minando como proyecto social, como nación y como individuos y que nos hace estar sedientos de buenas noticias aunque no nos demos cuenta. A este respecto me parece necesario que el periodista, ese profesional encargado de buscar y difundir noticias, considere como un deber el esforzarse en perseguir con más ahínco la noticia constructiva (incluso si es pequeña y no necesariamente la que más venda) y darle un sitial de honor en los medios de comunicación masiva, espacio que por amarillismo o por otras razones injustificadas muchas veces se destina desproporcionadamente a la mala noticia.

Ahora bien, obviamente muchas de las noticias que nos llegan no vienen impresas, no son difundidas por ninguna radio y tampoco aparecen en los telenoticiarios, sino que nos llegan por boca de nuestros familiares, amigos y colegas y a menudo son las que más nos sacuden. Así que sin importar la escala y el medio, esforcémonos en ser parte de una buena nueva ahí donde ella tenga lugar, convirtámonos en humildes artesanos, en productores de la noticia positiva y hasta luchemos por exportarla a donde se pueda (ya que dichosamente y hasta nuevo aviso ella no necesita de ningún TLC para circular libre como una gaviota). Tal empeño sin duda terminará por acrecentar nuestra felicidad individual y colectiva como bien lo demostró Humberto. Y mientras trabajamos en esa noble tarea inspirémonos oyendo sus hermosas canciones.

¿Qué has aprendido en la guerra?

Al estallar la primera guerra mundial, Emile Chartier, más conocido como Alain, era profesor de filosofía del prestigioso liceo Henri IV en Paris. Al ser llamado a las armas fácilmente pudo haber sido oficial del ejército, lo que le hubiera conferido múltiples privilegios. Pero en vez de esa facilidad prefirió enrolarse como simple soldado y partió al frente. Ese fue a la vez un gesto de rebeldía contra los amos de la guerra y de solidaridad con los humildes cuyas vidas eran sacrificadas inútilmente en nombre del honor. Como producto de sus experiencias y meditaciones en los campos de batalla, Alain escribió un libro llamado “Marte o la guerra juzgada”. De ahí proviene el siguiente extracto que he traducido y que me parece especialmente hermoso y lúcido:

-“Dime ¿Qué has aprendido en la guerra?
-A contar con mi cuerpo, que yo creía frágil, y que el temor a caer enfermo es la causa principal de las enfermedades.
-Pero ¿Qué otra cosa has aprendido en la guerra?
-A disfrutar más intensamente del gozo de estar vivo. Como, bebo, respiro, duermo feliz. No me preocupo mucho de las cosas insignificantes.
-Pero ¿Qué más has aprendido en la guerra?
-A preferir los zapatos cómodos y los cuellos suaves, a perder la costumbre burguesa de querer impresionar por la apariencia. Es una preocupación menos.
-Aún ¿Qué has aprendido en la guerra?
-A decidir rápidamente. (…) Antes deliberaba mucho lo cual implica temer antes que saber.
-Más aún ¿Qué has aprendido en la guerra?
-Que las cosas no nos desean ni el mal ni el bien y que por más peligrosas que sean siempre podemos contar con ellas.
-Otra vez ¿Qué has aprendido en la guerra?
Aprendí que nada es más útil al hombre que el hombre mismo, y nada es mejor al hombre que el hombre.
-Es extraño. ¿Qué has aprendido en la guerra?
También que los más grandes males vienen del hombre, pero que la amenaza humana, percibida continuamente durante meses enteros, no debilita para nada la amistad universal, al contrario, por lo que experimento la fortifica.
-Nada de eso tiene coherencia. En tu refugio tuviste mucho tiempo para pensar. Dime entonces seriamente qué has aprendido en la guerra.
-Aprendí que la pasión de gobernar es sin duda la fuente de todos los males humanos. Que el amo se convierte en nocivo por el ejercicio del poder absoluto. Que la cólera le daña el estómago. Que los sentimientos guerreros vienen de la ambición, no del odio. Que todo poder ama la guerra, y que hay que reducir enérgicamente los poderes de toda especie, cualquiera que sean los inconvenientes secundarios, si queremos la paz”.

Darshan

“El amor es la única religión que puede ayudar a la humanidad a alcanzar las más gloriosas alturas” Amma

La India no sólo es la sexta potencia nuclear, sino una inmemorial tierra de espiritualidad, santos, iluminados y grandes almas: Mahavatar Babaji, Lahiri Masaya, Sri Yukteswar Giri, Paramahansa Yogananda, Mahatma Ghandi, Aurobindo, Srila Prabhuapa y tantos otros. Ahora es el tiempo de Mata Amritanandamayi, más conocida como Amma, una mujer de de 52 años que creció en el seno de una familia de pescadores y que solo pudo estudiar hasta los 9 porque tuvo que ocuparse de sus hermanos menores y de un rudo trabajo doméstico. Sin embargo, gracias a su empeño y devoción a logrado convertirse en una fuente inagotable de caridad y ha podido financiar cien mil viviendas para gente pobre, pensiones para viudas, centros comunales, clínicas oftalmológicas, campos médicos ambulantes, así como el hospital Amrita Institute of Medical Science and Research, que parece ser uno de los mejores hospitales en la India. Ella administra también orfelinatos, asilos y muchas escuelas. Su ayuda para las víctimas del tsunami en el 2004 se dice que alcanzó los 24 millones de dólares y desembolsó un millón más para las víctimas del huracán Katrina. Ella es por sí sola como un pequeño estado benefactor.

Amma financia sus acciones con los donativos recibidos durante varias celebraciones rituales en India (Puja, Homa, Bhajan, Darshan, Devi Bhava) y en otras partes del mundo. Su encomiable labor fue distinguida en occidente, en el año 2002, con el premio Ghandi-King concedido por el movimiento mundial de la no violencia. Premio que en ocasiones anteriores había sido conferido a Kofi Annan, Nelson Mandela y Jane Goodall. Además ha tenido el honor de hablar en la Asamblea General de las Naciones Unidas y en otros importantes foros.

Amma es conocida en algunos medios como “la santa que abraza”. En efecto, ella ofrece espontáneamente sus abrazos a cuantas personas se le acerquen. Así es como ha protagonizado verdaderos maratones de abrazos, beneficiando con su calor y fuerza a miles de personas en una jornada.

Fue precisamente durante las enormes festividades que se organizaron durante cuatro días para celebrar sus 50 años, que el cineasta holandés afincado en Francia, Jan Kounen, filmó Darshan-El abrazo, un documental sobre esta mujer y su labor. El film fue presentado el año pasado en el Festival de Cannes (fuera de competencia) con muy buena acogida del público. La crítica ha sido buena, pero en algunos casos ha dejado, sin embargo, traslucir cierta desconfianza hacia el fenómeno narrado, como a menudo lo hace con todo lo que no esté fundado sobre un sacro-santo racionalismo o hable de realidades que los críticos de entrada no comprenden fácilmente. ¿Cómo entender que lleguen dos millones de personas a las celebraciones? ¿Que se hayan ofrecido más de 600 mil comidas por día? ¿O que durante 21 horas ininterrumpidas haya abrazado a 45 mil personas? ¿O que se diga que esta mujer haya dado “el apapacho” a 22 millones de personas en el transcurso de 30 años? La India definitivamente es como otro mundo… y sin embargo no, es el mismo.

En todo caso, espero que este documental algún día llegue a nuestras raquíticas pantallas o algún video-club tenga la buena idea de adquirirlo. Mientras eso sucede recomiendo ir al siguiente enlace, donde se puede descargar una excelente banda promocional de una duración de casi diez minutos, la cual deja ver unas imágenes de gran fuerza y belleza acompañadas de una hipnótica música hindú:


http://jankounen2.online.fr/darshan_eng.html

Para obtener información oficial sobre Amma se puede visitar el sitio: