19.9.06

Chepito Jerez o la picardía del bajureño

La siguiente es una simple toma para un video que estoy haciendo. Como se trata de un video institucional y lamentablemente habrá muy poco espacio para incluirla en su totalidad, he decido subirla aquí para compartirla, ya que retrata a un personaje con mucho sabor y picardía. Con ustedes Chepito Jerez:

17.9.06

Teléfono chocho

Sobre el polémico discurso papal en la Universidad de Ratisbona

¿De qué se indignan los musulmanes? Hasta donde veo el Papa sencillamente estaba hilvanando un discurso muy teológico sobre la relación entre fe y razón. Como punto de partida citó un viejo escrito del emperador bizantino Manuel II Paleólogo en el que relataba sus discusiones con un erudito persa. El emperador le hizo al erudito una pregunta que el mismo Papa califica de sorprendentemente brusca: “Muéstrame lo que Mahoma a aportado de novedoso, no encontrarás más que cosas malas e inhumanas, como el derecho a defender por la espada la fe predicada”. La frase sacada de su contexto puede parecer tendenciosa y gratuita, pero dentro del texto papal no es más que la estación inicial para desarrollar un discurso mucho más basto y rico que ni siquiera está destinado a tomar una posición particular con respecto al islam.

Encuentro mucha precipitación y hasta mala fe de parte de los musulmanes que han salido a hacer tanta alaraca con este asunto. Además, los que han acudido a la violencia no han hecho más que hacer un poquito realidad la prejuiciada concepción expresada por el emperador bizantino (y no es porque el Papa la haya citado que necesariamente la está avalando, sobre todo en el contexto de un discurso académico). Pero aquí hay que tener mucho cuidado con las amalgamas: el islam no es el islamismo, así como el catolicismo actual no es el de los cruzados ni el de la inquisición. Y hay que cuidarse también de no caer en el juego de los “cabezas calientes” que por un motivo u otro quieren sacar provecho político y religioso del malentendido.

El asunto me recuerda sobre todo aquel juego infantil del “teléfono roto”: un grupo de niños sentados en círculo se pasan de boca en boca un mensaje. Cuando el mensaje llega al emisor ha cambiado radicalmente en su forma y hasta en su contenido. Ese juego en francés se llama curiosamente “teléfono árabe”. Aplicado a este caso cabría llamarlo con irónica propiedad “teléfono musulmán”.

Lo mejor para aplacar estos malentendidos es siempre ir a la fuente y la fuente está en el sitio internet del Vaticano donde se puede leer el discurso papal. Quedarse con lo que la prensa ha dicho es ampliamente insuficiente porque la misma prensa ha sido víctima de la adulteración del mensaje y con ello el problema no ha hecho más que agravarse, a pesar de las disculpas papales sobre un asunto acerca del cual, en el fondo, no tendría por qué disculparse.

15.9.06

Desfile de Faroles

Nunca les presté mucha atención porque siempre los vi como uno más de esos ritos institucionales impuestos desde la oscura sapiencia que igual pretende que vayamos una vez por semana a misa o bien que nos paremos firmes en todo momento y lugar si por casualidad llegan a nuestros oídos las notas del himno nacional. Un imperativo que surge más de la autoridad del entorno social que de la naturalidad de la convicción propia, aunque reconozca el sentido y la importancia de una independencia que nos cayó del cielo. Pero claro está: a diferencia de otros ritos patrioteros, el desfile de faroles tiene algo de poético con sus lucesitas tricolores... lo que les da un toque japonés o chino que los hace un poco más potables a mi sentido estético.

Sin embargo, ayer me sentí algo nostálgico pensando en todos esos niños desfilando con sus faroles, sin siquiera suponer que muy probablemente sea el último desfile que guarde un poco de sentido antes de que la cortina de hierro del TLC se abata sobre la poca soberanía real que aún nos queda. Si las cosas siguen su curso actual, el próximo año a estas alturas el TLC habrá sido aprobado y habrá entrado en vigor. Entonces, a pesar de las libertades que muchos comerciantes y empresarios encontrarán para ejercer su negocio y de los beneficios que algunos trabajadores y ciertos consumidores puedan lograr, el país, como un todo, habrá perdido mucha de su libertad. En esas condiciones la celebración ritual de la independencia será aún más vacío... tan vacío y hueco como un farol sin luz.