12.5.06

Comentario al "polómetro"

El siguiente texto es un comentario a un artículo publicado en un sitio que recomiendo: Por la boca vive el pez

Si he puesto aquí mi opinión, y no allá, es porque resultó un poco más extensa de lo que normalmente toma como espacio un comentario.

Habría mucho que decir sobre esta magistral antología de prejuicios y chabacanerías que es el "polómetro", donde el racismo, la xenofobia, el clasismo, el sexismo, la insensibilidad hacia diversas criaturas (el caso de la perra Camila por ejemplo), la intoleracia hacia otras religiones (usted es “polo” si tiene un Buda en su sala... ¿Y porqué no un crucifijo?) y modos culturales (expresados en ciertos gustos músicales por ejemplo o en determinados modos de hablar), desfilan en un carrusel interminable pero repetitivo de ocurrencias y banalidades, unas más tristes y cansonas que las otras. Es interesante constatar que algunas categorías son completamente contradictorias: Por ejemplo si usted piensa que la gente de las provincias es inferior usted es “polo”, pero si usted vive en Cartago también lo es, así el atisbo inicial de una posición medianamente inteligente se desvirtúa inmediatamente con la enunciación de su opuesto. Otro ejemplo: punto 73... usted obtiene puntos de “polada” si piensa que “los chinos, negros o nicas” son inferiores, sin embargo, con estos últimos sí puede darse el gusto de convertirlos en hazmerreir y de insultarlos... ejemplo: el punto 77 dice que usted es “polo” automáticamente si es nica o colombiano... para luego categorizarlos como “la misma mierda”, desdoblando de ese modo la injuria hacia pueblos hermanos que merecen todo nuestro respeto.

Me llamó especialmente la atención el punto 106: si usted no está de acuerdo con algún punto del "polómetro" automáticamente está incurriendo en una "polada". Este es un interesante mecanismo de estructuración del "pensamiento único", el mismo que lleva a la intolerancia y a toda forma de acriticidad. Vale la pena señalar cómo este mecanismo se artícula a la perfección con la típica “serruchada de piso”, que en el “polómetro” también cumple una función cuando se dice: "en este país nadie puede jugar de educado". Los engranajes de esta relojería alcanzan su punto culminante cuando el o los autores del documento manifiestan que nadie debe "enojarse" con el mismo "por alguna polada que comete. Por que no crea, yo también soy bien politico". Es decir, ellos mismos admiten incurrir en lo que ahí absurdamente se trata de medir y por esa vía se complacen en su propia mediocridad buscando arrastrar al lector a la misma. Ni por un instante imaginan que éste más bien pueda "enojarse" no por el hecho de que el "polómetro" le revele que es un "polo", sino por su contenido o por la idea misma de establecer tan torpe medidor. Menos imaginan aún que uno pueda cuestionarlo sin necesidad de caer en el enojo.

Otro punto interesante es el 52, el cual se mete hasta con los problemas físicos y de salud de las personas: usted sería “pola” (si, en femenino porque está dedicado a la mujer) si usa frenillos. En fin, prácticamente de cada punto se podría hacer la “exégesis”, lo cual sería interminable, como interminable es la letanía del “polómetro”, así que hasta aquí llego.

No voy a decir a los "polos" (en plural porque es casi seguro que hubo “colaboraciones”), sino a los que tuvieron el mal gusto de tomarse el tiempo de recoger, categorizar, escribir y fundar en Internet un sitio para publicar al mundo las pocas luces de su magna obra, habría sin embargo que agradecerles que hayan hecho (sin proponérselo evidentemente) un retrato inédito (y autoretrato también) de una cierta forma de pensar que desgraciadamente, en muchas ocasiones, nos caracteríza como pueblo. Tal vez su lectura y estudio al menos sirvan para profundizar en el conocimiento de este tipo de pobre mentalidad y nos ayuden a desenmascararla allí donde se presente, digna labor que ha asumido Sary Montero. Qué lástima que bajo la pluma de estos individuos, hermosas ideas como la que ponen en su conclusión (“Recuerde que la clase está en el ser y no el poseer”... aunque visto el contexto no me gusta eso de “clase”) se desvirtúan completamente con la demostración, en 115 argumentos irrefutables, de lo que ellos son. Sería difícil imaginar una medición más idónea y exacta.

Alguno dirá por ahí que no hay que tomarse estas cosas muy en serio, que después de todo no es más que un poco de humor sin consecuencias... porque a fin de cuentas, como dice el autor o los autores del listado, “es para que se desestrese un rato”. No habría que olvidar que en la historia de muchas naciones este tipo de humor cínico, epidérmico, ya no de mal gusto sino de uno pésimo, ha sido antesala de grandes tragedias.

2 comentarios:

Julia Ardón dijo...

Yo tampoco creo que a estas cosas no tienen mucha importancia, todo lo contrario, de ellas está conformada "el alma" de una nación, y sí, ya sabemos que tenemos bastantes cosas chuequillas por ahí.
Gracias a Sary y a Eugenio por los comentarios.

MARLON ROJAS dijo...

Hay algunos puntos en los que no hay discusiOn (reggaton, Hyundai modificados al estilo too fast too furious.... porque eso es no tener gusto.)
solo que hay otros puntos en los cuales estoy en desacuerdo,, como en el acceso a la tecnologIa.