10.4.08

Sobre un comentario en este blog

En un comentario a mi anterior post el señor Fede Castro lo calificó de “acrítico” (honor exagerado me hace porque ya quisiera ser yo verdadera y completamente acrítico), se preguntó a qué se debía tal manifestación de solidaridad de “los ricachones” (de Hollywood) por una figura “cercana de Estados Unidos” (el Dalai Lama). Como fundamento de su comentario me envió a leer una página que resume algunas de las principales acusaciones que se le hacen al Dalai Lama y de las cuales es posible tener noticia en la Red. La principal y más grave es que ese líder sería una ficha de la CIA, como si eso significara algo luego de casos tales como el del comandante Massoud, combatiente afgano moderado que fue apoyado por la CIA mientras estuvieron los rusos en Afganistán, pero que luego fue abandonado por los gringos cuando entraron los talibanes (abandono del cual supongo luego se arrepintieron). Pero el Dalai Lama no es Massoud ni el Tíbet Afganistán, ni los tiempos los mismos. Además, con relación a este último aspecto, el del tiempo, es interesante notar como muchas de esas acusaciones remontan a hechos supuestamente acaecidos entre los años 50 y 60 y que de todos modos se explican de forma muy confusa.

Tal vez por no entender muy bien que tenía que ver Hollywood con mi post, confieso que hice una primera lectura rápida de la página sin prestarle mucha atención a sus respectivos links y en términos generales la encontré bastante panfletaria. Luego, con más tiempo, volví a ella y me dediqué a revisar minuciosamente sus enlaces, los cuales conducen a otras páginas con artículos que supuestamente fundamentan lo que ahí se afirma.

Sin ser un especialista sobre el Tíbet, sino un simple simpatizante de la causa de los derechos humanos y del budismo en general, tengo la impresión de que muchas de las cosas que se dicen sobre ese país (que fue una sociedad feudal y esclavista; regida verticalmente por una casta religiosa dedicada a imponer pesados tributos a su pueblo; que ahí eran desconocidos los conceptos de derechos humanos y de democracia –lo que a todas luces sigue siendo el caso-, etc.) se dicen desde una perspectiva estrictamente occidental que no tiene para nada en cuenta su trayectoria histórica ni el sentido de sus particulares costumbres. Estamos demasiado acostumbrados a usar de nuestro propio rasero y olvidamos los contextos y el pensamiento de cada pueblo. Por ello mil y un veces hemos visto como el hombre occidental ordinario se ha dedicado a ver con mirada altiva y superficial a otras sociedades consideradas más retrasadas. Ocurrió con los indígenas americanos, con los pueblos africanos, con los polinesios, con los esquimales y así sucesivamente. En realidad, si uno quiere hablar de pueblos tradicionales, deberíamos hacerlo de modo más científico, casi tal y como lo haría un antropólogo o sociólogo moderno, y aún así posiblemente sea difícil desarraigar ciertos prejuicios en los que incurre la ciencia, lo cual deja claro que la objetividad perfecta es una ilusión. Por otro lado sería bueno no olvidar que todo cambia, como dice la canción. Incluso lo que podría ser un eventual Tíbet libre -o al menos autónomo- en los próximos años, inevitablemente va a ser muy diferente del Tíbet tradicional. Durante mucho tiempo el Tíbet estuvo cerrado y el mismo Dalai Lama ha reconocido eso como un error. Tal vez lo bueno de la opresión que ha sufrido ese país es que lo ha proyectado internacionalmente de un modo que de otra forma no hubiera sido posible y ¿por qué no decirlo?, porque también le ha traído cierto “progreso” valioso, por ejemplo escuelas y hospitales.

En esos artículos también se hacen algunas afirmaciones sobre el Dalai Lama, algunas de las más graves son estas: Que fue utilizado y pagado por la CIA como ya referí; que expolió a su pueblo y finalmente abandonó sus reclamos de independencia; que apoyó la guerra de la OTAN en Yugoslavia; que sería tan conservador como el Papa etc. Cada acusación merecería un examen particular, pero no soy yo quien lo va a hacer porque sencillamente no tengo todos los elementos a mano para hacerlo –tales como libros que no se consiguen ni por internet y documentos que solo oscuros escritores afirman que existen- y porque intuyo que en el mejor de los casos de todos modos el resultado sería estéril. Yo prefiero no focalizar sobre esos aspectos sino más bien escuchar las enseñanzas del Dalai Lama y tratar de ponerlas a prueba. A mí me basta con saber que no vienen de un dios, sino de un ser humano sometido a error como cualquiera. En repetidas ocasiones él mismo ha reconocido algunos de ellos, pero no sé si se ha referido a los cargos arriba citados. Solo sé que en su autobiografía habló de un rol que efectivamente jugó la CIA en el Tíbet en los primeros años de la guerra fría. Por esa razón, más que aferrarme a una imagen endiosada, monolítica, inmutable y pura, pero a la vez vacía de su persona, me quedo con la imagen del guía espiritual inmerso en el huracán de la historia, que ha logrado madurar en circunstancias adversas y que con los años ha sabido amplificar con su propio ejemplo el mensaje contenido en las enseñanzas budistas. Lamentable y paradójicamente esto es lo que menos se retiene de su figura. Se habla de él, se le alaba o se le critica, pero por un lado se desconocen los condicionamientos de su vida y por otro se ignora por completo el mensaje que vehicula. Nunca se me olvida la última vez que vino aquí y luego de dar una larga y detalladísima charla sobre ciertas enseñanzas budistas, la gente quiso seguirlo dentro de otro recinto más pequeño donde no todos cabían. Lo más triste es que ese mismo público que lo acababa de oír hablar de moderación y de paz actuaba incluso con violencia verbal y hasta física para lograr su propósito. Es decir, muchos dentro del público no habían entendido ni papa. ¿Qué se puede esperar entonces de quienes sólo ven los aspectos más superficiales del líder político?

Entonces lo que yo pediría a quienes lo acusan es que se familiaricen en profundidad con su mensaje. Tal vez entonces aprendan a amarlo y respetarlo… o al menos a entenderlo mejor. También pediría que tomemos con pinzas las distintas cosas que se dicen en la Red. No me extrañaría que muchas de estas páginas sean en realidad páginas de propaganda patrocinadas de algún modo por el gobierno chino, quien ha sido el primero en tratar de desprestigiarlo. O por lo menos que sean páginas administradas por individuos o grupos con intereses parecidos a los de los chinos. Una de las que más me llamó la atención es la de “Workers World”. Casual y significativamente en su logo hay una gran estrella roja y su lema es “trabajadores y pueblos oprimidos del mundo: uníos”… se entiende pues cual es su filiación. En uno de sus artículos se dice lo siguiente:

“Tibet and Tibetan Buddhism would have been of little interest to U.S. or British imperialism had it not been for the great Chinese Revolution, which swept away all the old, corrupt feudal society.

This was a revolution that involved mass movements of millions of poor peasants organizing to distribute the land and throw out the old landlords. This great social upheaval unleashed the creative energy and participation of a quarter of humanity. Yet the Western media instead glorifies the old Tibet.” (la negrita es mía)

Visiblemente entonces hay una gran admiración por la Revolución China, que como toda revolución ha tenido sus nobles conquistas, es justo admitirlo. Pero de reconocerlas a ensalzar unívocamente todas sus actuaciones y concomitantemente a desprestigiar todo lo que representa el Dalai Lama (incluido el mismo budismo, al relacionar este cuerpo de enseñanzas en general con prácticas oscurantistas o hacerlo de algún modo responsable de estas) hay un enorme paso que no daré. Uno puede ser crítico con un individuo o con tal y tal aspecto de una práctica humana, pero hay críticas que visiblemente se hacen con mala intención. Esas son las que yo trato de evitar. En todo reconozco que hay páginas que abordan el problema desde una perspectiva relativamente más potable, por ejemplo la de Straight.com. Pero esto no es nuevo, ya que incluso ciertas organizaciones protibetanas como el comité Canada Tibet, han dado ellas mismas a conocer algunas de estas historias. Pero aún estos artículos no pueden, porque no es su propósito, dar cuenta del enorme alcance del mensaje transmitido por el Dalai Lama y que ojalá sea más difundido y puesto en práctica.

2 comentarios:

Julia Ardón dijo...

gracias, Eugenio...por esta lección de cómo "discutir".
Me encantó, me informé y aprendí por el fondo y por la forma.
Buena nota.

Tartaruga dijo...

Hola Quime, es normal la reaccion diversa de la gente sobre el asunto. La gente esta malinformada o quieren llevar la contraria, o que se yo..Desde mi punto de vista, el Tibet ha sufrido invasiones desde el tiempo de la creacion, me parece que los primeros en invadir esta region fueron los mongoles hasta que algunos otros poderosos decidieron tomar su cucharada. Cualquier invasion es un crimen pues termina matando lo mas valioso de una cultura, sus tradiciones y costumbres. En sus origenes de fundacion, el Tibet era una republica independiente, porque tuvo que cambiar? Desgraciadamente hay mucho interes de por medio y China no va a darse el lujo de soltar lo que piensa que le pertenece. Hay mucha historia que contar, pero yo solo espero que Dalai no termine muerto en algun canto como tantos otros defensores de los derechos humanos. te mando un abrazote!