24.4.06

¿Qué has aprendido en la guerra?

Al estallar la primera guerra mundial, Emile Chartier, más conocido como Alain, era profesor de filosofía del prestigioso liceo Henri IV en Paris. Al ser llamado a las armas fácilmente pudo haber sido oficial del ejército, lo que le hubiera conferido múltiples privilegios. Pero en vez de esa facilidad prefirió enrolarse como simple soldado y partió al frente. Ese fue a la vez un gesto de rebeldía contra los amos de la guerra y de solidaridad con los humildes cuyas vidas eran sacrificadas inútilmente en nombre del honor. Como producto de sus experiencias y meditaciones en los campos de batalla, Alain escribió un libro llamado “Marte o la guerra juzgada”. De ahí proviene el siguiente extracto que he traducido y que me parece especialmente hermoso y lúcido:

-“Dime ¿Qué has aprendido en la guerra?
-A contar con mi cuerpo, que yo creía frágil, y que el temor a caer enfermo es la causa principal de las enfermedades.
-Pero ¿Qué otra cosa has aprendido en la guerra?
-A disfrutar más intensamente del gozo de estar vivo. Como, bebo, respiro, duermo feliz. No me preocupo mucho de las cosas insignificantes.
-Pero ¿Qué más has aprendido en la guerra?
-A preferir los zapatos cómodos y los cuellos suaves, a perder la costumbre burguesa de querer impresionar por la apariencia. Es una preocupación menos.
-Aún ¿Qué has aprendido en la guerra?
-A decidir rápidamente. (…) Antes deliberaba mucho lo cual implica temer antes que saber.
-Más aún ¿Qué has aprendido en la guerra?
-Que las cosas no nos desean ni el mal ni el bien y que por más peligrosas que sean siempre podemos contar con ellas.
-Otra vez ¿Qué has aprendido en la guerra?
Aprendí que nada es más útil al hombre que el hombre mismo, y nada es mejor al hombre que el hombre.
-Es extraño. ¿Qué has aprendido en la guerra?
También que los más grandes males vienen del hombre, pero que la amenaza humana, percibida continuamente durante meses enteros, no debilita para nada la amistad universal, al contrario, por lo que experimento la fortifica.
-Nada de eso tiene coherencia. En tu refugio tuviste mucho tiempo para pensar. Dime entonces seriamente qué has aprendido en la guerra.
-Aprendí que la pasión de gobernar es sin duda la fuente de todos los males humanos. Que el amo se convierte en nocivo por el ejercicio del poder absoluto. Que la cólera le daña el estómago. Que los sentimientos guerreros vienen de la ambición, no del odio. Que todo poder ama la guerra, y que hay que reducir enérgicamente los poderes de toda especie, cualquiera que sean los inconvenientes secundarios, si queremos la paz”.

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