5.7.06

Allez les bleus, allez

No lo voy a negar porque sería una gran mentira: Estoy profundamente contento de que el equipo francés haya llegado a la final de la copa del mundo. Francia es mi segunda patria, literalmente, puesto que tengo también nacionalidad francesa y hoy, a pesar de que no pude ver el partido por una filmación muy mal atravesada, al conocer el resultado me emocioné tanto como si nuestra sele tica hubiera alcanzado su pase a Berlín. La verdad, cuando empezó el campeonato, no daba un cinco por "les bleus". Para mí su gran momento había sido entre el 98 y el 2002. Pero hoy me sentí muy satisfecho de que me haya castigado la lengua, porque ese equipo de viejos ha demostrado ser un gran equipo con una tremenda garra. Eso me gusta. Con ello quiero decir que también los veo como el equipo de mi generación, aunque yo le lleve unos ocho años a Zidane por ejemplo y sea todavía más viejo.

Mucho se ha dicho que este equipo ha logrado lo que ha logrado para darle un bonito recuerdo de jubilación a Zizou. Si bien esa puede ser una razón, no me parece la principal. Creo que más bien sus jugadores han luchado por algo mucho más profundo: Han luchado para devolverle el optimismo a una juventud desesperada, la misma que le metió fuego a los suburbios de Paris hace unos meses. Para ellos los azules son sus únicos y grandes héroes, son el único medio indirecto, por procuración, que les queda para ser reconocidos a parte entera por una sociedad que de otro modo los ha marginalizado. Por ello el equipo responde. ¿Cuántas caras en él recuerdan esa idea de francesito que nos hacemos a menudo por cliché? Muy pocas. Hasta un tipo como Rivéry, el jugador más joven y uno de los raros que cuentan con un apellido francés tradicional, parece más bien un minero del norte avejentado por la mala vida y por ello es más fácil que el "pueblo-pueblo" pueda identificarse con él.

Hace ocho años cuando se jugó el mundial en Francia yo vivía allá y me tocó seguirlo muy de cerca. Cada vez que los azules escalaban un peldaño hacia la final los hijos de inmigrantes eran los primeros en salir a la calle a celebrarlo. Sin embargo, para el último partido no estuve en aquellas tierras porque había programado desde muchos meses antes un viaje a México, sin embargo eso me permitió una experiencia surrealista: la de haber subido a la pirámide del Sol en Teotihuacán justo al día siguiente de que los franceses ganaran la copa. Fue muy impresionante encontrarme allá arriba una multitud de galos gritando: "on a gagné, on a gagné" (ganamos, ganamos) al tiempo que agitaban la bandera tricolor, contentísimos de que su equipo de "blacks" y "beurs" (árabes) haya puesto en órbita el nombre de Francia.

Para este domingo cuando se juegue el partido entre la "squadra azzurra" y "les bleus" tengo una gran certeza: los azules van a ser los seguros ganadores, pero cuáles azules no sé... que gane el mejor.

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