19.5.06

Si fallor, sum

A continuación publico aquí una colaboración escrita especialmente para el sitio "Por la boca vive el pez", de la incansable Julia Ardón, amazona acuática de las buenas causas.

Permítanme una corta disquisición pseudo-filosófica inducida por los escritos de don Jacques Sagot y don Enrique Obregón, recientemente publicados en las páginas de La Nación primero y aquí después; será una lucubración libre y juguetona como la “pez-master” de estas aguas quiere que naden sus pececillos, tiburones, pulpos, peces voladores y ballenas… más algunos torpedos:

Don Enrique Obregón dice "ver y hablar", don Jacques Sagot "pensar antes de actuar", por su parte Monsieur Descartes formulaba antiguamente "pienso luego existo". Los tres articulan sus enunciados como una suerte de binomio donde un término sirve de sustento a un fenómeno que puede ser hablar, actuar o existir. En Sagot y en Descartes el actuar y el existir se relacionan con el pensar (aunque en Descartes ese pensar era sumamente amplio y comprendía todo acto verificable por el espíritu: sentir, imaginar, desear, etc.). En Obregón el hablar se debe fundamentar en el ver.

Pero a diferencia del cogito cartesiano que busca la prueba directa de la existencia del sujeto pensante a través de un acto intuitivo de conciencia reflexiva libre de toda valoración, los enunciados “sagotiano” y “obregiano” no se interesan en dicho problema sino, en primera instancia, en la calidad del acto subsiguiente: para actuar o hablar bien antes se debe pensar o ver correctamente. Sabio consejo que sin embargo, visto el contexto, revela en esos autores un juicio subyacente que los lleva no solo a distanciarse, sino incluso a desautorizar a individuos y movimientos cuando no se han pronunciado desde el púlpito de una lucidez y de una lógica que no son las suyas. Así, "muchos" (¿Cuántos? ¿La mayoría?) de quienes han hablado y actuado defendiendo el CENAC serían miopes, ciegos, imprudentes, cabezones, o bien individuos de criterio deficiente e incluso ausente. De ese modo llegan a descalificar, de un solo sablazo, cantidad de aportes sensatos.

Yo, por mi parte, digo que se existe (socialmente) a través del actuar, el hablar, el escribir y que el hecho de existir es el que permite pensar, o en todo caso ir profundizando el pensamiento como grupo en constante articulación debido a ese proceso. Me explico: Si queremos que se nos tome en cuenta, si los actores culturales desean materializarse frente al cuerpo social, antes deben hacerse oír a través de la palabra (escrita o pronunciada) y dejarse ver a través del actuar. Esa existencia es la que nos permite irnos pensando más y mejor como sector, como movimiento, como grupo de individuos ligados por al menos un fin común. Quienes nos aconsejan callar y esperar contrapropuestas, en realidad obstaculizan con esas mieles nuestra existencia como estructura social y sectorial capaz de estrategias defensivas y “propositivas” también. Frente a ellos podríamos asumir como divisa: “si fallor, sum” (si me equivoco, existo) tal como había dicho San Agustín siglos antes de Descartes, con lo cual no estoy sugiriendo que debamos vivir en el error, sino más bien rescatando que se pueda ser a pesar de él. Pero ese desacierto no está aún demostrado.

1 comentario:

Julia Ardón dijo...

jaja...qué vacilón como me presentaste...ojalá no te defraude...jajaj...porque no me gusta montar a caballo...jajaja