De Maimónides a Michael Jackson
Qué rico ¿no? dejar atrás por un rato la pretensión del bien pensar; la búsqueda del punto de vista imprevisto pero pertinente; del enfoque certero; de la correcta dosis de humor, ironía o cinismo; de la sabia conclusión; de la exquisita lucidez. Que rico dejar atrás a los trascendentales y su discurso juicioso. Es como meter los pies en la corriente fresca y placentera de un arroyo cristalino luego de quitarse un par de zapatos que tal vez lo han llevado a uno lejos, pero que también nos han chimado todo el camino… Y no precisamente porque nos queden pequeños… Es más bien la imaginación la que siempre le queda grande a todas aquellas pretensiones tan comedidas.
Ah, qué alivio… la imaginación liberada de la lógica y el buen juicio… no debiéndole nada a nadie y ni siquiera a sí misma. Usarla para poner en relación, por ejemplo, a… Maimónides y Michael Jackson… y punto, sin nada más que decir, argumentar o justificar, por el simple placer de verlos juntos en una frase (como Bretón enseñaba), únicamente por sacarse las ganas de una confesión estética inconfesable: la de defenestrar el raciocinio… justo como quien se saca las ganas con un orgasmo en nombre de la persona que siempre le resultó inalcanzable.
Qué rico ¿no? Correr al fin descalzo por la hierba… a eso yo le llamo poesía… todo lo mala o cursi que quieran, pero poesía. Y si no está de acuerdo… estoy completamente de acuerdo, pero hasta ahí.
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