Extremismo asumido o muerte al eufemismo
Una de las primeras condiciones que permiten hacer cambios en situaciones intolerables o inconvenientes es la de aprender a llamar a las cosas por su nombre. Al pan... pan, y al vino... vino. Librarse de los eufemismos es, en algunos casos, incluso una cuestión de vida o muerte.
Uno de los más hipócritas y graves eufemismos que conozco, es el que llama a los accidentes automovilísticos precisamente así: “accidentes”.
No hay tal. En Costa Rica la mayoría de esos hechos no son “accidentes”, son más bien atentados, crímenes despiadados, alevosos asesinatos, e incluso, tentativas de suicidio llevándose entre las patas a quien sea. Entonces llamémoslos por lo que son y ubiquémoslos dentro de una cadena causal previsible. Llamarlos "accidentes" encubre su naturaleza y permite, tanto a los autores como a las autoridades de gobierno, el no asumir sus respectivas responsabilidades. Cuando un “elemento” (para hablar como los policías en la tele) ingiere 15 o 20 cervezas, toma el volante y atropella a una niña quitándole la vida, ahí no hay ningún accidente, sino un horrendo asesinato por irresponsabilidad. Tal vez el “sujeto” no tenía la intención de matar, pero finalmente lo hizo al actuar con absoluta temeridad. Para mí la naturaleza de su acto es tan infame y reprehensible como si hubiera querido darle muerte a la niña para violarla.
Propongo entonces que la palabra “accidente” sea sacada de la jerga periodística, jurídica y familiar y que en su lugar utilicemos el concepto de “crimen al volante” (u otro semejante), y con ánimo totalitario propongo también, por si fuera poco, invertir la presunción de inocencia: Que de ahora en adelante todos los causantes de una colisión, atropello o hecho nefasto entre vehículos sean tenidos como criminales hasta que se demuestre lo contrario. Tal vez esto acabe con esa práctica tan charlatana e insultante de liberar inmediatamente a los responsables de éstas situaciones, como si sus actos no revistieran ninguna gravedad.
Posiblemente estarán alarmados preguntándose ¿Cómo vamos a derrumbar esa hermosa conquista de la ciencia jurídica que busca garantizar que se imparta justicia con imparcialidad y tino? Bueno, sencillamente haciéndolo, porque la realidad en nuestras carreteras es tan intolerable que ya exige medidas extremas y de excepción, para precisamente volver a un orden más justo y seguro... Clama por mano dura y que nos dejemos de tanta alcahuetería frente a lo que es una guerra donde todos perdemos, con la salvedad de las empresas periodísticas que explotan estos tristes hechos cotidianamente.
Uno de los más hipócritas y graves eufemismos que conozco, es el que llama a los accidentes automovilísticos precisamente así: “accidentes”.
No hay tal. En Costa Rica la mayoría de esos hechos no son “accidentes”, son más bien atentados, crímenes despiadados, alevosos asesinatos, e incluso, tentativas de suicidio llevándose entre las patas a quien sea. Entonces llamémoslos por lo que son y ubiquémoslos dentro de una cadena causal previsible. Llamarlos "accidentes" encubre su naturaleza y permite, tanto a los autores como a las autoridades de gobierno, el no asumir sus respectivas responsabilidades. Cuando un “elemento” (para hablar como los policías en la tele) ingiere 15 o 20 cervezas, toma el volante y atropella a una niña quitándole la vida, ahí no hay ningún accidente, sino un horrendo asesinato por irresponsabilidad. Tal vez el “sujeto” no tenía la intención de matar, pero finalmente lo hizo al actuar con absoluta temeridad. Para mí la naturaleza de su acto es tan infame y reprehensible como si hubiera querido darle muerte a la niña para violarla.
Propongo entonces que la palabra “accidente” sea sacada de la jerga periodística, jurídica y familiar y que en su lugar utilicemos el concepto de “crimen al volante” (u otro semejante), y con ánimo totalitario propongo también, por si fuera poco, invertir la presunción de inocencia: Que de ahora en adelante todos los causantes de una colisión, atropello o hecho nefasto entre vehículos sean tenidos como criminales hasta que se demuestre lo contrario. Tal vez esto acabe con esa práctica tan charlatana e insultante de liberar inmediatamente a los responsables de éstas situaciones, como si sus actos no revistieran ninguna gravedad.
Posiblemente estarán alarmados preguntándose ¿Cómo vamos a derrumbar esa hermosa conquista de la ciencia jurídica que busca garantizar que se imparta justicia con imparcialidad y tino? Bueno, sencillamente haciéndolo, porque la realidad en nuestras carreteras es tan intolerable que ya exige medidas extremas y de excepción, para precisamente volver a un orden más justo y seguro... Clama por mano dura y que nos dejemos de tanta alcahuetería frente a lo que es una guerra donde todos perdemos, con la salvedad de las empresas periodísticas que explotan estos tristes hechos cotidianamente.
3 comentarios:
fuerte tu texto.
yo me sorprendo todos los días de lo irresponsables que son los conductores, no entiendo en qué mundo viven, no entiendo cómo no piensan que talvez se pueden matar y matar a otros....
Yo tengo mucho miedo de los carros, la velocidad, la ebriedad y tantas cosas que muchos asumen como algo natural. Me parece que siempre voy a tener miedo de eso....cuando estaba pequeñita un poste nos salvó la vida, y el acto de irresponsabilidad esa vez no cayó en la estadistica como un `puro` accidente... Por eso me declaro tortuga y me voy al mar...
sabés por qué no piensan...Silvia...porque están borrachos, y los borrachos o las borrachas no pueden pensar...
Yo siento que a cualquiera le puede pasar...por eso ando "arengando" que esto comienza por cada uno, cada una...Ahora vivo en Belén, ayer iba a ir a una fiesta en Coronado. Manejando yo...¿ sola? Opción: no tomar nada.
Entonces no fui.
Estoy intentando comenzar por mi.
Tomo poco, pero si me tomo dos tragos me pongo tonta...y manejo tonta.
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